
«Entonces os entregarán para ser atormentados, y os matarán; y seréis aborrecidos de todas las naciones por causa de mi nombre. En aquel tiempo muchos se escandalizarán, se traicionarán unos a otros y se odiarán. Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos. Y como la iniquidad se multiplica, el amor de muchos se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin se salvará. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.» II Pedro 3:13 y 14
En este texto entendemos que tenemos algo mucho mejor prometido por Dios, donde mora la justicia; un nuevo hogar, la vida eterna. Mientras estamos aquí, esperamos que llegue el tiempo del cumplimiento, pero mientras tanto, debemos permanecer en la fe, creyendo en Cristo, entregando nuestras vidas a él, porque entonces él nos mantendrá irreprensibles y sin mancha, en paz con Dios. Todo esto es posible por el poder de Cristo; nuestra parte es siempre creer, la parte de Cristo es obrar por el poder divino.
Resulta sorprendente que ser irreprochable sea la base de la experiencia cristiana, porque si es el poder de Cristo el que habita en nosotros, entonces nos lleva a la obediencia perfecta. El apóstol Pablo explora este tema y también habla de ello en 1 Corintios 1:7 y 8 «...esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, quien también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo.» Así que ser irreprensible no es una meta lejana que se alcanzará un día en el futuro en la vida cristiana. Ser irreprensible es la realidad del cristiano, ¡es ahora! Cuando me entrego a Cristo, Él obra esto en mi vida, así que la vida cristiana es una vida de victoria moral, una vida de andar en la ley del Señor, de andar en justicia. Pero, recuerde, esta experiencia es por fe, no por el brazo de la carne, así que la tenemos creyendo y manteniendo el 100% de nuestra vida rendida al Señor. ¿Quieres seguir creyendo en Cristo, rindiéndole el 100% de tu voluntad, de tus planes?
Que así sea, ¡en el nombre de Jesús!
Amén.
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